viernes, 19 de junio de 2009

invisible... ¿para quién?


Duermo, duermo, duermo, duermo, soy un árbol, un vegetal, y pienso, pienso, pienso, pienso, y la savia bulle en mi interior y extraigo lágrimas del suelo, y, a través de pasadizos vegetales las elevo a la copa. Las elevo a la copa. La parte de mi cuerpo sumida en la tierra me concede una firme sensación de equilibrio. Raíces, pies de madera y fibras que aman la tierra. Soy un árbol, el eje del mundo. Estructura suficiente y completa.
Prisionera de mis raíces, me acarician los vientos y el sol y la lluvia y las alas de las aves, y me arrulla la música que nunca vence, que nunca mengua, que nunca calla, siento que me mece el viento como si me acunara, el ritmo de la música que ondea hacia la eternidad como los arroyos transparentes del país de las ninfas; los pájaros retozan en las ramas, me hacen cosquillas en las nervaduras y el sol brilla sobre mis hojas en los ramajes de verdor rumoroso, en mi espléndida capa verde, y duermo, duermo, duermo, duermo, soy un árbol, y pienso, pienso, pienso, pienso y la savia bulle en mi interior...


Lucía Etxebarria

1 comentario:

Una flor por un favor dijo...

Si todo funciona así,daría mucho gusto ser un árbol.

:D un beso bonita.