sábado, 10 de mayo de 2008

Ausencia leve como carne de niño


Hoy es un día de esos en los que la cama te llama diciendo: 'Ven, aquí, no salgas' Mi estado no permite más que pensar en que hoy es uno de esos días en los que se precisa de un poco de soledad, de pensar, de relajación, y sobre todo, de mucha, mucha paz. Un día de esos en los que no necesitas nada ni nadie, de esos que no sabes si son dulces o salados. En los que cada vez que tocas tus manos están un poco más frías. En los que nadie te decepciona ni nadie te sorprende. Un día de esos de no poder dormir, de pensar, de tranquilidad. De preparar un té bien calentito. Solo me hace falta mirar un poco a mi alrededor y darme cuenta de que por muy independiente, libre y apátrida que quiera ser, siempre tendré algo sujeto a mi. Tal vez me acorrale la vida y me folle la suerte. Tal vez algún día consiga todos esos sueños que rondan mi cabeza y la llenan de pajaritos. Es imposible abandonarlos. Es imposible abandonar algo que sigue tan vivo dentro de ti.
Veo atardecer desde mi ventana, viendo a los niños jugar con una pelota en el cesped. Se hace de noche y mis ojos poco a poco se empiezan a acostumbrar a la falta de luz y cada vez consigo distinguir mejor las sombras que me rodean.



Y la pregunta... ¿Porqué cada vez es menos humana la humanidad?

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