En mi mundo, las esperanzas, grandes y pequeñas, raramente se hacen realidad. Hasta hace pocos meses, mi único anhelo cada noche, al tirarme en la cama, era poder reunir fuerzas para poder coger cada momento y que no se escapara de mis manos.
Hoy solo quiero caminar y charlar, y que así pasen las tardes y las noches en las que el calor se respira en cada resquicio del aire sofocante. Por ahora, no necesito nada más. Levantarme cada día a una hora sacudiendome el sueño acumulado, tarareando frases de alguna canción, y dispuesta a descubrir los sueños que se esconden cada noche bajo mis pestañas.
Quien me iba a decir que estaría tan dispuesta a deleitarme en mi verdad, a escusar, confiar, esperar, y soportar todo lo que venga... a ser alterable, imperfecta.
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