Ni los días, ni las noches, ni las horas, ni los colores alegres de estos últimos días.
Ni su voz, ni la música, ni los planes. Ni las alternativas, ni la compañía, ni la velocidad. Tampoco las palabras, ni los hechos.
Ni el invierno, ni la primavera.
Ni siquiera los rayos de sol que se cuelan por mi ventana cuando despierto.
Tampoco perderme por la ciudad durante horas…